Entendemos por estilo de comunicación esa combinación entre elementos verbales, no verbales y paraverbales de la comunicación. Pero… ¿Qué impacto tiene tu estilo de comunicación en tu día a día, en tus relaciones interpersonales, e incluso en la relación que mantienes contigo mismo…? Vamos a verlo 😉
Tu forma de comunicarte con los demás determinará en gran medida tu expresión de emociones, de ideas, de opiniones, de límites, de expectativas en el otro… Por tanto, parece fácil entender, que cuanto más se acerque tu estilo de comunicación al adecuado, más papeletas tendrás para sentirte bien y disfrutar de relaciones sanas y plenas.
Parece obvio, ¿verdad? Pero como de costumbre… Lo que en el papel, en la teoría, se ve fácil… al pasarlo a la práctica, se complica. Y es que… no es raro encontrarnos siendo pura asertividad en un área de nuestra vida (p.ej.: en el trabajo) a la vez que somos sumisos en otro área (p.ej.: con la pareja), y agresivos en otra (p.ej.: con los hijos)… ¿verdad?
¿CUÁLES SON LOS ESTILOS DE COMUNICACIÓN PRINCIPALES?
Por consenso, se distinguen entre estos tres estilos de comunicación que acabamos de mencionar:
1) El sumiso/pasivo.
2) El agresivo.
3) El asertivo.
Pero, además, en este artículo también haremos alusión a un cuarto estilo menos conocido…
4) El estilo de comunicación pasivo-agresivo.
Pasemos a analizarlos uno a uno:
EL SUMISO
“No sé decir que no”… “Siempre acabo haciendo lo que otros quieren”… “Soy incapaz de poner límites”… “Los demás siempre se acaban aprovechando de mí”… Suelen ser algunos de los pensamientos de personas que presentan un estilo de comunicación pasivo/no asertivo.
Cuando no atendemos nuestros propios derechos y necesidades, cuando somos incapaces de expresar honestamente nuestros sentimientos, pensamientos, opiniones… Cuando actuamos de manera autoderrotista, cuando pedimos perdón por todo (¡aun sabiendo que la culpa no es nuestra!), estamos comunicándonos desde la sumisión.
A nivel no verbal, la persona suele comunicarse con un tono de voz más bien bajo, evitando el contacto visual, mostrando tensión en su postura corporal, e incluso movimiento corporales inapropiados.
Con esto, la persona logra evitar conflictos… pero, a base de sacrificar su propia integridad y autoestima. Enviándose constantemente mensajes del tipo: “Yo no valgo”, “Yo no tengo voz ni voto”, “Mis necesidades no importan”,…
EL AGRESIVO
Nos vamos al otro extremo. Aquí nos encontramos con que la persona antepone sus intereses y necesidades a los de los demás, de forma que viola los derechos y libertades del otro. Aclaremos, que no necesariamente hemos de encontrarnos con violencia física para decir que estamos ante una persona que se comunica de forma agresiva. La manipulación, el gas lighting, la hostilidad, los gritos, las amenazas,… son ejemplos de comunicación agresiva.
El objetivo principal de la agresión, suele ser la dominación y sumisión del otro, forzando a la otra persona a perder, a “agachar la cabeza”. A corto plazo, la persona encuentra algunos resultados favorables; tales como la sensación de poder, la expresión emocional, y el conseguir objetivos sin experimentar reacciones negativas directas de los demás. Sin embargo, como ya te habrás dado cuenta, a este estilo de comunicación le siguen también muchos efectos desfavorables: dificultad para establecer relaciones de calidad en el largo plazo, sentimientos de culpa, problemas de autocontrol de la ira, problemas de salud derivados de la sobre-activación constante… e incluso, problemas con la ley.
EL PASIVO -AGRESIVO
Cuando llevamos un tiempo actuando de forma sumisa… se nos agota la paciencia. Aunque sea en lo más profundo de nosotros mismos, sabemos que aunque digamos “sí”, queremos decir “no”, y esa incongruencia interna termina saliendo por algún lado. Cuando el vaso de rebasa, y explotamos… Hablamos de un estilo de comunicación pasivo-agresivo.
En su origen, la pasivo-agresividad es deslealtad con uno mismo, lo cual impide tener una relación clara con los demás. Es importante aclarar, que la pasivo-agresividad como método de comunicación no hace a alguien mala persona. Simplemente, es una estrategia aprendida en la infancia como mecanismo de adaptación, un hábito difícil de romper.
Cuando el vaso se llena… se pasa al polo de la agresividad encubierta. Algunos ejemplos de comunicación pasivo-agresiva, pueden ser: manifestar intereses mediante indirectas, verbalizar mensajes agradables unidos a un lenguaje no verbal agresivo, o culpar a la otra persona del malestar propio.
EL ASERTIVO
Después de ir desmenuzando qué es lo que NO hemos de hacer… ya es hora de escudriñar hacia dónde queremos dirigir nuestro estilo de comunicación, ¿no? 😉
La conducta asertiva implica la expresión directa de los propios sentimientos, necesidades, derechos legítimos u opiniones sin amenazar o castigar a los demás; sin violar los derechos del otro. El mensaje principal de la aserción es: “Esto es lo que yo pienso. Esto es lo que yo siento. Así es como veo la situación”. Sin dominar, sin humillar, y sin degradar a la persona.
(Siguiendo en esta línea: si nunca has oído hablar de los derechos asertivos, te recomiendo que hagas click en este link, para que puedas conocer cuáles son tus derechos asertivos ✅)
La conducta no verbal (p.ej.: la mirada, la expresión facial, la postura corporal, la entonación, el volumen…) puede apoyar o restar valor a la conducta verbal. Por tanto, hemos de ser asertivos tanto a nivel verbal, como no verbal (p.ej.: mantener el contacto visual cuando expresamos nuestra opinión, en lugar de agachar la mirada).
El objetivo de la aserción es la comunicación saludable, el tener y conseguir respeto, el dejar abierto el camino para el compromiso cuando se enfrenten las necesidades y derechos de dos personas. En estos compromisos, ninguna persona sacrifica su integridad básica y los dos consiguen que se satisfagan algunas de sus necesidades.
¡Ojo! La conducta asertiva no está planeada principalmente para permitir conseguir a una persona lo que ella quiere. Como acabamos de señalar, su propósito es la comunicación clara, directa y no ofensiva de las propias necesidades, opiniones, etc. Hasta el grado en que se cumpla esto, la probabilidad de lograr los propios objetivos sin negar los derechos de los demás es mayor. Es decir, la conducta asertiva no nos garantiza siempre que vayamos a conseguir lo que queremos. Pero sí, que aumentaremos las probabilidades de hacerlo, reduciendo los problemas a largo plazo que nos pueden traer otros tipos de comunicación.
En general, el resultado de la conducta asertiva es una disminución de la ansiedad, unas relaciones humanas más estables, íntimas y satisfactorias, un mayor respeto hacia uno mismo, y una mejor adaptación social.
En conclusión, teniendo en cuenta que la expresión de las necesidades, derechos y opiniones propias, y la consecución de los objetivos propuestos pueden alcanzarse a corto plazo por medio de otro estilo de comunicación más adecuado, que además minimiza los problemas a largo plazo, es preferible que las personas se comporten de forma asertiva y abandonen los estilos de comunicación sumiso, agresivo, y/o pasivo-agresivos.
Tras tener en cuenta estos cuatro estilos de comunicación… Yo ya tengo claro cuál quiero que predomine en mis relaciones sociales; tanto por mi parte, como por parte de las personas que me rodean 😊
¿Y tú?, ¿ya has identificado tu estilo de comunicación? 😉
Espero que estos puntos te resulten útiles ✅ y no olvides compartirlo con quien creas que le pudiese ser de ayuda 😊
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Buen día 🍀 😊
REFERENCIAS
Brandt, A. (2017) “8 claves para eliminar el comportamiento pasivo-agresivo”. Editorial Eleftheria.
Caballo, V. E. (1993) “Manual de evaluación y entrenamiento de las habilidades sociales”. Madrid: Siglo XXI
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