Si te digo que los problemas forman parte de la vida, probablemente no te estaré diciendo nada nuevo. Pero, al verlo como algo tan cotidiano, quizás no te imagines la cantidad de estudios que hay sobre cómo los seres humanos resolvemos problemas.
Tu cerebro está programado para identificar, analizar, anticipar, evaluar… cientos de variables. Para tomar decisiones, para sopesar pros y contras… para ello, se llevan a cabo una serie de procesos, una especie de “algoritmos mentales”, por así llamarlos. Sin embargo, esos “algoritmos”, pueden estar mal construidos, obviar variables… y por ende, equivocarse. Y es ahí, cuando decimos “Ups. La hemos liao”.
En el artículo de hoy, vamos a explorar la técnica de resolución de problemas. El objetivo no es “evitarte” los problemas (¡ojalá pudiera!) sino más bien, darte herramientas para que te conviertas en un buen solucionador de problemas ✅ Y que cuando vengan, estés preparad@. Vamos a ello 😉
ÍNDICE
SISTEMAS DE PROCESAMIENTO DE LA INFORMACIÓN
Lo primero que tenemos que tener en cuenta, es que nuestro cerebro tiene dos vías para hora de tomar decisiones. A saber:
⚪ El sistema automático/experiencial (Sistema 1). Funciona a nivel preconsciente. Es rápido, supone poco esfuerzo cognitivo, y está orientado a la acción inmediata. Podría decirse que es aquello que solemos llamar “intuición” o “instinto”. Por ejemplo: cuando aparece un coche en tu carril, y giras el volante de golpe, sin pensar.
⚪ El sistema no automático/racional (Sistema 2). Funciona a nivel consciente. Es lento, supone esfuerzo, y es analítico. Podría decirse que es aquello que llamamos “lógica”. Nuestra capacidad de utilizar de forma deliberada este sistema, es una de las cualidades que nos distingue de otros animales.
Si lo analizamos de forma superficial, podemos llegar a pensar que es “mejor” el sistema racional, que el experiencial. Al fin y al cabo, siempre se nos dice que hemos de ser racionales para que nos vaya bien en la vida, ¿verdad? Pero, lo cierto es, que para resolver efectivamente las dificultades del día a día, necesitamos ambos sistemas. El problema, más que si es mejor uno u otro, es más bien que sepamos elegir el adecuado en cada situación. Para la mayoría de dificultades de la vida diaria, teniendo en cuenta las demandas del siglo XXI, el que realmente nos resultaría adaptativo sería el Sistema 2. No obstante, el sistema racional (Sistema 2) no es que sustituya al experiencial (Sistema 1), sino que intenta “controlarlo” (inhibiendo la acción automática, o desechando las respuestas de mala calidad, por ejemplo) para facilitar la elección de respuestas más adaptativas.
Como ya te habrás dado cuenta, en situaciones en las que nos jugamos mucho (elegir un trabajo, una pareja, comprar una casa, tener o no hij@s, etc.), hacerlo “por intuición”, no nos suele traer buenos resultados. Para encontrar la resolución más adaptativa, necesitamos que ese Sistema 2, nos eche un cable. En conclusión, podríamos decir, que ninguno es mejor que otro. El problema viene, cuando necesitamos del Sistema 2, pero actuamos guiad@s por el Sistema 1. Es decir, necesitamos que la parte racional tome el control de nuestras acciones, pero nos controla la parte más emocional (que es lo que nos suele pasar… y lo sabes 😉 )
CÓMO RESOLVER PROBLEMAS: 7 PASOS
Tod@s tenemos la capacidad de resolver problemas. Sin embargo, la manera de resolverlos, los pasos que seguimos, el nivel de complejidad que toleramos, etc., son algunas de las variables que nos diferencian entre nosotr@s.
Un buen “solucionador de problemas” realiza, de forma consciente o inconsciente, los siguientes pasos:
✅ Paso 1. Identificar el problema tan pronto como sea posible.
Hay un dicho muy común entre terapeutas de pareja que dice así: “A terapia de pareja, se llega siempre tarde”. Y en muchas ocasiones… ¡es verdad! Identificar el problema con precocidad nos ahorra no sólo más problemas, sino que hay problemas que si los abordamos muy tarde, puede incluso que la única solución sea aceptar que no se podrán solucionar. O al menos, no como nos gustaría.
Antes de manifestarse en todo su esplendor, los problemas suelen ser bastante educados… y nos van lanzando pistas. Por poner algunos ejemplos: si te empiezas a notar desmotivado en el trabajo, con cero ganas de ir a la oficina, y no tienes ganas ni de ir al descanso del café… son señales claras de que, como poco, sería interesante que te replantearas si estás en el lugar adecuado para ti, o si algo está pasando en tu vida, que te está mermando tu estado de ánimo. O, si notas que llevas un tiempo durmiendo mal, que te cuesta concentrarte, que tu cabeza va a mil, que todo se genera sobre-reactividad… son síntomas comunes de ansiedad. Mejor hacerles caso a tiempo, antes de que aparezca un cuadro más generalizado.
A veces, cuando indagues más allá, cuando hagas introspección y te escuches… incluso te ocurrirá que descubrirás más de un problema. En ese caso, diferencia unos de otros y resuélvelos por separado, ya que sus soluciones pueden ser bastante distintas.
✅ Paso 2. Definir el problema con precisión.
Aquí ya vamos a ir entrando un poco en materia 😉: para definir tu problema con precisión, necesitarás cumplir con los siguientes objetivos.
1) Recoger la información relevante sobre el problema. Para ello, pueden resultar de ayuda plantearte preguntas como las siguientes: ¿qué personas están implicadas?, ¿qué es lo que me molesta?, ¿con qué frecuencia, duración e intensidad sucede?, ¿dónde, cuándo, y en qué circunstancias sucede?, ¿qué factores contribuyen a qué siga sucediendo?, ¿qué consecuencias se derivan?, ¿cómo reaccionan otras personas?…
2) Clarificar la naturaleza del problema y explicar por qué se mantiene. Se trata de especificar los hechos actuales que son inaceptables para nosotr@s (lo que nos decimos que “no debería de ser así”), los cambios deseados (“cómo debería de ser”) y los obstáculos ambientales o personales que se oponen a llegar a esos cambios que perseguimos. Posibles obstáculos son falta de familiaridad, complejidad, ambigüedad, demandas conflictivas, déficit de habilidades, falta de información, falta de recursos, incertidumbre, inhibiciones emocionales… La consideración de estos obstáculos puede afectar a las metas específicas que se pretende alcanzar.
3) Establecer metas realistas. Suena muy obvio, pero a veces lo más obvio… es lo que más se nos escapa 😉
4) Reevaluar el significado o importancia del problema. En este punto, necesitarás considerar los pros y contras que tendrá resolver el problema en oposición a no resolverlo; tanto a corto como a largo plazo. Y no sólo los personales, sino también los que atañen a las personas involucradas en el problema. En otras palabras: analizar, no sólo que pasaría si resuelves el problema, si no cuáles serían las consecuencias (buenas o malas) de seguir como estás, sin hacer ningún cambio.
✅ Paso 3. Considerar tantas soluciones como sea posible.
Dale rienda suelta a tu imaginación. Sin censurarte. En esta fase buscas pensar tantas alternativas como te sea posible. Las que te parezcan una locura, anótalas igualmente. Ya las pulirás después. La evaluación crítica de las soluciones es importante para la TOMA DE DECISIÓN, pero no para la GENERACIÓN de soluciones, ya que limita el número de estas. Si lo consideras necesario y lo tienes disponible, no dudes en pedir ayuda. Coméntalo con alguien de confianza. Quizás pueda darte una visión desde otro enfoque, y llegues a soluciones novedosas.
✅ Paso 4. Pensar en las implicaciones de cada solución.
Con las soluciones que hayas encontrado en el paso 3, lo que harás ahora será anotar qué implicaciones (positivas y negativas) tiene cada una. Intenta tener en cuenta, cómo te afectaría cada solución en varias áreas de tu vida: en tu salud mental, en tu área social, en la cantidad de tiempo que te quedará para ti, en cómo afectará a tus seres queridos, etc.
✅ Paso 5. Elegir la mejor solución o combinación de soluciones.
Si has hecho bien los pasos 3 y 4, este 5º paso en realidad deberías de serte bastante fácil. Cuando has analizado bien los datos, y tienes claras tus prioridades y valores, la toma de decisiones tiende a ser una tarea fácil.
Un punto importante en este paso, es que anticipes los resultados de las soluciones. Para ello, escribe las principales consecuencias significativas que es probable que se den en cada solución. Esto te facilitará su evaluación a posteriori. Eso sí, ten en cuenta las que sean realmente probables, y no aquellas que sean fruto de la pura casualidad… peeeero… te gustaría que ocurriesen; que nos conocemos 😉
✅ Paso 6. Poner en práctica la solución.
Ya lo tienes todo analizado. Todo sopesado. Ahora ya solo te queda, pasar a la acción. Pon en práctica tu solución, pero sin apegarte rígidamente a la solución que has elegido. Si la pruebas, y ves que el resultado no es el que te esperabas, quizás necesites darle una vuelta e intentar otra alternativa. La flexibilidad suele funcionar mejor que la rigidez.
✅ Paso 7. Autoevaluación sobre mi proceso de resolución de problemas.
Para mejorar tu habilidad como “solucionador de problemas”, necesitarás autoevaluar todo tu proceso de resolución de problemas. Puedes hacerlo al día siguiente, para descubrir si podrías haber mejorado algún aspecto, y tenerlo en cuenta para la próxima vez. En este punto, más que analizar si has resuelto el problema o no, te interesa analizar si lo has resuelto de la forma más eficiente posible. Por ejemplo: quizás tenías un examen, y has tenido que resolver el enigma de cómo organizarte las horas de estudio, sin cometer un suicidio social y quedarte un mes encerrad@ en casa, ni tampoco perderte ese capi de Netflix por la noche que tanto te gusta (que nos conocemos 😉). Quizás, en tu resolución de problemas te hayas cerrado a una solución, que te ha permitido estudiar lo que necesitabas, y aprobar el examen, pero te ha supuesto también quitarte demasiadas horas de sueño. ¿Ha sido eficaz? Sí. ¿Ha sido eficiente? Quizás… no tanto. A eso me refiero: lo que buscamos con el entrenamiento en resolución de problemas, más que el resolver el problema X, desarrolles la destreza de ser un buen solucionador de problemas. Que cuando lleguen los problemas, puedas afrontarlos con la seguridad, de que saldrás airoso de esa dificultad.
CONCLUSIÓN
La resolución de problemas puede utilizarse en múltiples áreas de tu vida (excepto con tu cuñado, que ya sabes que no hay nada que hacer). Bromas aparte 😉, es una técnica que “tod@s utilizamos” diariamente. Lo que en realidad nos diferencia los unos de los otros, es el “nivel de experticia” que tenemos en la técnica. Lo ágiles que somos a la hora de ponerla en práctica.
También a tener en cuenta, es el tema de que habrá problemas que “no tendrán solución”. O al menos, no una solución en la forma que a ti te gustaría. Pero es que entonces… quizás… más que ante un problema, estés ante un hecho que necesitarás aceptar, para poder soltar y seguir viviendo. Que no es fácil. Por supuesto que no. Pero peor es, anclarse en él, intentando controlar, lo que no depende de ti.
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REFERENCIAS
🔵 D’Zurilla, T.J. (1986) “Problem solving therapy” Nueva York: Springer.
🔵 D’Zurilla, T.J. y Nezu, A.M. (2007) “Problem-solving therapy: A positive approach to clinical intervention” (3ª ed.). Nueva York: Springer.
🔵 García, J. (2022) “Técnicas de resolución de problemas: En la vida diaria y profesional” Ed.: Siglantana
🔵 Kahneman, D. (2011) “Pensar rápido, pensar despacio” Ed.: Debate
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