Actualmente existen centenares de terapias psicológicas. Desde los comienzos de la psicología se han ido estudiando y desarrollando diferentes enfoques. Este campo podría ser amplio (muy, MUY amplio 🙂), pero en el artículo de hoy vamos a centrarnos en explicar en concreto, la Terapia de Aceptación y Compromiso. Qué es, de dónde viene, y por qué está demostrando ser tan eficaz a la hora de ayudar a las personas a mejorar tu calidad de vida. Vamos a ello 😉
ÍNDICE
¿QUÉ ES LA TERAPIA DE ACEPTACIÓN Y COMPROMISO?
En los años 80-90, surgieron en Estados Unidos las llamadas “Terapias de Tercera Generación”, centradas en modelos terapéuticos cognitivo-conductuales con un enfoque más contextual que sus antecesoras: las terapias de primera y segunda generación. Algunos ejemplos de terapias de tercera generación son la Terapia ACT, la Terapia EMDR (te hablo sobre EMDR en este link 🙂), la Terapia Dialéctico Conductual, o la Psicoterapia Analítica Funcional (FAP).
La diferencia principal entre terapias de 3ª y 1ª ó 2ª generación, es la siguiente:
La diferencia principal es la siguiente:
Las terapias de primera y segunda generación se centran principalmente en reestructurar los pensamientos desadaptativos, entendiendo que el CONTENIDO de los eventos privados que experimenta la persona (pensamientos, sensaciones…) son uno de los principales causantes de su sufrimiento. Por tanto, la terapia se centra en eliminarlos, modificarlos y/o evitarlos. En otras palabras: desde estas perspectivas se asume que se ha de modificar el evento privado, para así modificar la conducta de la persona. Esta lógica, si lo pensamos, encaja a la perfección en un modelo médico; en el que se distingue de forma categórica lo que es conducta “normal” de conducta “patológica”.
Por otro lado, las terapias de tercera generación o contextuales, como la Terapia de Aceptación y Compromiso, se centran más en el diálogo que la persona mantiene con esos pensamientos y en cómo la persona los integra en su contexto idiosincrático e individual. Siempre desde una actitud de aceptación, consciencia plena, y no enjuiciadora con los procesos mentales. En otras palabras: más que en el contenido, se centran en la RELACIÓN con los pensamientos.
La Terapia de Aceptación y Compromiso, es también conocida en el mundo hispanohablante como Terapia ACT. Las siglas “ACT” provienen de su nombre en inglés: Acceptance and Commitment Therapy. Y no es una casualidad, también hace honor a su nombre: ACT, en inglés, significa “actuar” o “acto”. Y es que, como iremos viendo, este tipo de terapia pone mucho, pero que mucho énfasis, en que la persona realice determinadas ACCIONES orientadas a valores (a SUS valores).
¿EN QUÉ CONSISTE LA TERAPIA DE ACEPTACIÓN Y COMPROMISO?
La terapia ACT asienta sus bases en la Teoría del Marco Relacional (RFT); por lo que podríamos definirla como una aleación entre una teoría del lenguaje y una teoría de la cognición.
Desde la Terapia ACT se entiende que el intentar controlar lo que se escapa a nuestro control, es una de las principales fuentes de sufrimiento artificial que existen. Una de las bases de este enfoque es enseñar al paciente a aceptar plenamente sus procesos internos, su propia experiencia psicológica, su propio presente; y así, reducir sus síntomas fruto de sus intentos de evitación experiencial.
Para ello, paciente y terapeuta llevan a cabo (dentro y fuera de consulta) ejercicios experienciales para lograr una mayor comprensión de los elementos que están suponiendo ese sufrimiento “extra” a la persona. Se hace uso de metáforas, analogías, paradojas… para ayudar al paciente a entender cómo las estrategias “socialmente aceptadas” que ha intentado aplicar hasta la fecha, le están llevando a intentar controlar sus eventos privados, y en consecuencia… incrementando sus síntomas [Por ejemplo: después de leer en 1000 posts de Instagram sobre“10 Tips para controlar la ansiedad”… intentar evitar pensar en lo que le genera la ansiedad…].
Por otro lado, la Terapia ACT asienta sus bases en el contextualismo funcional, es decir: se realiza un análisis funcional de las conductas (públicas y privadas) de la persona, sin perder de vista su contexto, y la función de cada una de sus conductas. Se entiende, que toda conducta tiene una función, y que si sacamos de la ecuación al contexto, no podremos averiguar la función de la conducta del individuo.
¿EN QUÉ SE DIFERENCIA LA TERAPIA DE ACEPTACIÓN Y COMPROMISO DE OTRAS TERAPIAS?
Una diferencia clave entre las terapias contextuales y las anteriores, es su enfoque funcional: desde la Terapia ACT se entiende que el objetivo no es tanto “reducir” los síntomas (eso también ocurrirá, pero será más bien la consecuencia de los “acts” 😉) si no que la terapia estará más centrada en psico-educar a la persona en (auto)conocerse mejor, en entender la función de los síntomas que experimenta, y redirigir su vida hacia sus valores personales, de una forma más holística.
Evitar lo que nos hace sufrir, puede parecer lo más lógico en primera instancia (muchas veces de hecho, es así). Sin embargo, cuando intentamos evitar los procesos internos… no nos suele ir tan bien. Existen numerosos estudios (cada vez más) en los que los investigadores encuentran una relación inversa entre intentar dejar de sentir, o de pensar algo, y dejar de sentir o pensar ese algo. En otras palabras: cuanto más te digas a ti mism@ “no pienses en ____”, más pensarás eso.
LA IMPORTANCIA DE LOS VALORES EN LA TERAPIA ACT
Teniendo en cuenta que la Terapia ACT tiene como objetivo ayudar a la persona a elaborar una vida rica y significativa para el paciente, aceptando el dolor inherente e inevitable a la propia vida, que la persona trabaje en clarificar sus propios valores, es clave.
Aspectos como el autoconocimiento, el plantearnos qué clase de persona queremos ser, qué es lo realmente valioso en nuestra vida, y qué camino (qué valores) nos guiarán en ese camino, son un pilar fundamental que se contempla a lo largo de toda la terapia.
En contrapartida a la creencia general occidental, que concibe el sufrimiento como la causa principal el problema y por tanto, algo que erradicar; desde la Terapia ACT se entiende que el sufrimiento es inherente a la vida, y por tanto desarrollar una actitud de aceptación al sufrimiento y ocuparnos de ir acorde a nuestros valores, es el camino para encontrar la serenidad, estabilidad emocional, y paz mental que tod@s buscamos.
EVIDENCIA CIENTÍFICA DE LA TERAPIA DE ACEPTACIÓN Y COMPROMISO
La Terapia ACT ha demostrado su eficacia en numerosos estudios y meta-análisis: es eficaz en el tratamiento de un amplio abanico de trastornos psicológicos (tales como depresión, trastornos de ansiedad, adicciones, cuadros psicóticos, etc.), así como para otros problemas de salud (tales como dolor crónico, cáncer, epilepsia, etc.). También ha resultado eficaz para otros problemas relacionados con la vida cotidiana, tales como estrés laboral o el rendimiento deportivo. A través de los distintos estudios, la ACT se ha mostrado superior a las condiciones control, de lista de espera, y a los tratamientos dispensados habitualmente.
Por otro lado, teniendo en cuenta que el primer paso para poder mejorar una terapia es saber por qué está funcionando, cabe destacar que uno de los puntos más importantes de la Terapia ACT es que está consiguiendo demostrar que funciona a través de los procesos de cambio que ésta propone, que son principalmente:
1º) La reducción de la evitación experiencial y,
2º) la defusión cognitiva con los eventos privados problemáticos (pensamientos, sensaciones, rumiaciones…).
Esta ventaja contrasta con la dificultad que han encontrado terapias más tradicionales a la hora de hallar cuáles son sus procesos de cambio.
Además, la Administración del Servicio de Drogadicciones y Salud Mental de los EEUU (SAMHSA) ha reconocido la Terapia de Aceptación y Compromiso como método “basado en evidencias empíricas” por lo que ha sido incluida en el “Registro de Programas y Prácticas basados en Evidencias” (NREPP).
CONCLUSIÓN
La terapia ACT es un tipo de terapia de tercera de generación, que pone el énfasis en el diálogo y el contexto funcional de la persona, buscando el bienestar a través de entrenar una actitud de aceptación, sin juicios, hacia nosotr@s mism@s, nuestras circunstancias, pensamientos, y otros eventos privados internos. La ACT se presenta como un modelo terapéutico eficaz, y más “actualizado” que sus terapias antecesoras. Aportando elementos nuevos como la clarificación de valores o la defusión cognitiva.
La investigación realizada hasta la fecha presenta a la Terapia ACT como un modelo coherente y consistente. La evidencia disponible a través de estudios con diferentes metodologías confluye en la importancia de la evitación experiencial: esta evitación resulta ser uno de los pilares destructivos que más y mejor explican la aparición y mantenimiento de la psicopatología.
Para que la terapia funcione, es clave trabajar varios aspectos comunes, tales como: el autoconocimiento, la identificación de pensamientos, la defusión cognitiva, los patrones de funcionamiento dentro de su contexto, la aceptación del malestar, o la clarificación de valores, entre otros. Para, con todo ello, lograr promover patrones de actuación acordes con los valores de la persona, que le faciliten vivir una vida plena y satisfactoria ✅
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REFERENCIAS
Hayes, S. (2004) “Acceptance and commitment therapy, relational frame theory, and the third wave of behavioral and cognitive therapies”. Behavior therapy, 35, 639-665.
Hayes, S. (2013) “Sal de tu mente entre en tu vida. La nueva Terapia de Aceptación y Compromiso” Editorial Desclée de Brouwer, S.A.
Hayes, S. C., Strosahl, K. D., y Wilson, K. G. (1999). Acceptance and Commitment Therapy. An experiential approach to behavior change. New York: Guilford.
John T. Blackledge, Steven C. Hayes (2001) Emotion regulation in acceptance and commitment therapy. Journal of Clinical Psychology, 57(2) 243-255 (https://doi.org/10.1002/1097-4679(200102)57:2<243::AID-JCLP9>3.0.CO;2-X)
Scherf, N., Spruit, E., Köhler, S., y Kronenberg, G. (2019). Avoiding the Traps of Thought: The Relevance of Language and Rules for Acceptance and Commitment Therapy. Fortschritte der Neurologie-Psychiatrie, 87(8), 412–420. (https://doi.org/10.1055/a-0597-1890 (https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29996157/ )
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