En ocasiones, la convivencia puede hacerse más complicada de lo que nos gustaría. Cada uno tenemos nuestras manías, nuestras peculiaridades… Y cuando estas se juntan, esto puede dar pie a conflictos. Aunque el conflicto es algo inevitable en las relaciones humanas, el gestionarlos de una manera adecuada puede favorecer que, lejos de salir mal parados de ellos, podamos enriquecernos de los mismos.
A la hora de trabajar con familias, hay diferentes técnicas que nos pueden ayudar a reducir el número de conflictos innecesarios, y también, a que los conflictos que aparezcan, no sólo NO interfieran, sino que también, permitan enriquecer la dinámica familiar.
La técnica que exploraremos hoy, será la Técnica del Reglamento Familiar. ¡Empezamos! 😉
ÍNDICE
¿QUÉ ES UN REGLAMENTO FAMILIAR?
Entendemos por reglamento familiar, aquellas pautas/normas explícitas cuyo objetivo es crear un ambiente familiar estable, consistente, justo, y predecible por todos/as los integrantes de la familia.
Algunos REQUISITOS INDISPENSABLES, para poder elaborar un Reglamento Familiar, son:
✅ Que exista predisposición para el diálogo.
✅ Entender que, el objetivo, es obtener beneficios para todos/as.
✅ Como adultos, como modelos de referencias, es nuestra responsabilidad predicar con el ejemplo.
✅ Flexibilidad. Es decir, que el cumplimiento de las reglas no se convierta en una carga añadida, si no en una herramienta que nos permita lograr una mejor convivencia en el hogar.
¿CÓMO PODEMOS ELABORAR UN REGLAMENTO FAMILIAR?
Tener un reglamento familiar, es señal de que los padres estamos comprometidos a brindar una educación ordenada, disciplinada y justa para nuestros hijos. Para comenzar a elaborar nuestro reglamento familiar, hemos de tener en cuenta los siguientes aspectos:
1) TODA REGLA, HA DE TENER UNA CONSECUENCIA. En otras palabras, hemos de seguir el principio Acción – Reacción. Todos/as aprendemos por consecuencias (aquí, abro un pequeño paréntesis las personas con Altas Capacidades, cuyo patrón de aprendizaje es un poco distinto, pero eso da para otro post J). Frases como “Esto has de hacerlo, ¡porque te lo digo yo!”, “¡porque soy tu padre/madre!”, etc., como ya sabes… no suelen funcionar demasiado bien. En resumen: hemos de “amenazar” menos con las consecuencias (“Cómo no vengas a cenar te quito la tele eh…!”) y más, APLICAR las consecuencias (Levantarnos y, con serenidad, apagar la TV).
2) LA CONSECUENCIA HA DE TENER RELACIÓN CON LA REGLA QUE SE HA ROTO. El ejemplo clásico de castigar sin tele para todo… pero si lo piensas bien, no tiene mucha relación haber pegado a mi hermanita, con que me quiten la TV. Pongamos un ejemplo: si la regla es “En esta casa no está permitido pegar ni gritar a otros”, la consecuencia puede ser “Enmendar el error ayudando a mi hermanita con sus deberes, o comprarle un regalo con el dinero de mi paga semanal”. En otras palabras: la consecuencia, debe de tener un carácter reparador. El objetivo de la consecuencia, no es que el infractor sufra, si no que repare el daño ejercido sobre el otro.
3) LAS REGLAS HAN DE SER CLARAS Y CONCISAS. Por ejemplo: “Tengo que portarme bien con los abuelos”, puede dar pie a diferentes interpretaciones. ¿Qué es portarse bien?, ¿hablar con ellos?, ¿estar siempre sentado?… Hemos de ser explícitos, para que no haya lugar a dudas. Siguiendo con el ejemplo, una buena norma podría ser: “Cuando esté con los abuelos, he de ir a la mesa cuando me lo pidan, y ayudarles a recoger los platos”.
4) TODOS/AS HEMOS DE PARTICIPAR EN SU ELABORACIÓN. El reglamento familiar no es sólo para los/as hijos/as, es para todos/as. Por ello, lo idóneo sería que buscásemos un momento de la semana en que todos estemos disponibles, y podamos ponernos manos a la obra. Según la edad y las características de cada niño, su nivel de involucración en la elaboración del reglamento será diferente. Niños más pequeños (de 3 a 8 años), serán más pasivos en este proceso. En el caso de preadolescentes y adolescentes (de 9 a 16 años), sería recomendable que también estuviesen involucrados en la elaboración del reglamento. De este modo, estaremos rompiendo con la dinámica de competitividad padres-hijos, y promoviendo la cooperación en familia. En este punto, nos puede rondar por la cabeza… ¿Pero cómo vamos a conseguir que nuestro adolescente acepte esas normas? Pues bien, he aquí una estupenda oportunidad para entrenar tu capacidad de negociación 😊 Es importante, que todos finalicemos la reunión sintiendo que todos hemos aportado algo en la elaboración del reglamento familiar. No olvidemos que, cuando nos sentimos involucrados en un proyecto, es mucho más probable que nos comprometamos con el mismo. Exactamente lo mismo, les ocurre a nuestros hijos.
5) CAMBIAR LAS PALABRAS “CASTIGO” Y “CULPA”, POR LAS PALABRAS “CONSECUENCIA” Y “RESPONSABILIDAD”. La aplicación de consecuencias es una de las técnicas de disciplina más básica y necesarias que hay. Enseñarles a nuestros hijos 1) que toda conducta tiene consecuencias (positivas y negativas) y que 2) ellos mismos son los que deciden qué consecuencias recibir, es clave para su desarrollo personal.
6) NO AMENAZAR, SÓLO CUMPLIR. Si les recordamos constantemente las reglas (“Recuerda que antes de las 5 has de ponerte a hacer los deberes… ehhh…”) además de ponerles sobre la mesa una estupenda oportunidad para proyectar toda su crisis de afirmación contra nosotros (en otras palabras: el “¡Pues ahora (por decírmelo) no lo hago…!” que ya conoces J), les estaríamos enviando el siguiente mensaje subliminal: “No hace falta que asumas la responsabilidad de conocer el reglamento… Que ya estaré yo aquí para recordártelo”. Al haber establecido el reglamento familiar, ¡las reglas ya están ahí escritas! Uno de los objetivos del reglamento, es entrenar a nuestros hijos a ser más autónomos, que se hagan responsables de sus comportamientos, asumiendo las consecuencias asociadas a cada acto. Si les recordamos constantemente las reglas… estaríamos interfiriendo en ese proceso natural que tanto necesitan.
7) ASEGÚRATE DE QUE TODOS RESPETÁIS EL REGLAMENTO FAMILIAR. Si es necesario, llévalos a que te “obedezcan”, no sólo se lo pidas. Aunque esto es un punto que sería recomendable que se hubiera trabajado ya en la primera etapa del desarrollo (es decir, de los 0 a 2 años), nunca es tarde para aprender. Para que respeten tus palabras, primero debes demostrar tu autoridad, y respeto hacia tus hijos. En este punto, es importante que transmitamos nuestro mensaje de una forma tranquila, asertiva y mostrándoles respeto. De otro modo, es probable que interpreten que la consecuencia que aplicamos es fruto de “nuestro enfado”, y no de su conducta. Es otras palabras: no asumirán la responsabilidad de su mal comportamiento ya que, entienden que la consecuencia negativa no viene por SU conducta, sino porque “mamá o papá, están enfadados”.
CONCLUSIÓN
Incluso la República Independiente de Tu Casa, necesita un decálogo de normas. Sin normas, más que una República Funcional acabará convirtiéndose en una Anarquía en la que ni tú, ni tus hijos/as, os sentiréis a gusto.
Podéis elaborar el Reglamento Familiar en una hoja y colgarla en la nevera, o en un corcho; también escribirla en vuestra pizarra del salón… podéis hacerlo de mil maneras, pero lo importante, es que el Reglamento Familiar esté en una zona en la que esté accesible para todos/as.
En próximos artículos, te explicaré cómo elaborar las reglas, y qué áreas de vida no pueden faltar en tu Reglamento Familiar. Si quieres estar al tanto de próximas publicaciones, haz click y subscríbete en la Newsletter, para recibir notificaciones en tu e-mail 😊
Buen día, Familia 😉
P.G. 🧭
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